Una de las principales consecuencias tras un daño cerebral adquirido son las limitaciones que existen para realizar las actividades de la vida diaria (AVD) de forma efectiva así como la aparición de restricciones en la participación. Las actividades de la vida diaria son un conjunto de tareas o conductas que una persona realiza en su día a día y que le permiten vivir de forma autónoma e integrada en su entorno, además de permitir cumplir su rol o roles dentro de la sociedad. Estas actividades varían en función de su complejidad en un amplio rango entre las actividades más básicas y fundamentales para la supervivencia, realizadas de forma automática, a diario y que tienen que ver con el cuidado y mantenimiento del propio cuerpo (la alimentación, el vestido, el aseo personal…); hasta algunas tareas más complejas, avanzadas o instrumentales que permiten la interacción de la persona con el entorno que lo rodea y requieren mayor procesamiento y complejidad cognitiva como motriz. Estaríamos hablando de todas esas actividades que se refieren al cuidado del hogar, cuidado de otras personas y mascotas, hacer la compra, cocinar, usar el teléfono… Así mismo, también contemplan actividades indispensables en el día a día para un adecuado equilibrio entre ocupaciones como pueden ser las actividades relacionadas con el ocio, el tiempo libre y el esparcimiento y aquellas relacionadas con el ámbito laboral. Todas estas actividades y en su complejidad, son actividades de la vida diaria que pueden verse afectadas por diferentes razones como consecuencia de un daño cerebral.
El Terapeuta Ocupacional es el profesional encargado de abordar todas las dificultades o desequilibrios que puedan afectar en la realización de las AVDs, es por ello que en muchas ocasiones, la mejor manera de intervenir es en la propia vivienda y entorno personal del usuario, ya que es el lugar dónde, por su naturaleza, la mayoría de las actividades de la vida diaria se desarrollan. Ayudando de esta forma a facilitar su reaprendizaje y generalización, mucho más que cuando se llevan a cabo en un entorno artificial o simulado.
El entorno es de gran importancia en la rehabilitación y dispone de unas característica e influencia única para cada persona. Toda actividad depende del entorno y el contexto en la que desempeña, por ello las actividades no pueden entenderse sin el entorno en el que se llevan a cabo y su entrenamiento debe llevarse a cabo en el mismo. Para un correcto desempeño ocupacional debe tenerse en cuenta, a la persona, la actividad y el entorno en el que se re realizan, porque si el entorno cambia, también lo hará el desarrollo de la actividad.
La intervención en el domicilio, permite a su vez hacer partícipes y extender la intervención a familiares y cuidadores en todo el proceso. Es importante un tratamiento transdisciplinar donde la familia, el individuo y el terapeuta estén coordinados. La familia actuaría como coterapeuta con el fin de extrapolar al día a día todo lo aprendido, incrementando el aprendizaje de todas las estrategias que se están entrenando. Por lo que el entrenamiento en el entorno con la familia y el usuario se vuelve indispensable para que a través de la generalización se vayan automatizando las estrategias trabajadas.
Por otro lado, este tipo de intervención permite identificar los posibles problemas de accesibilidad y valorar la necesidad de adaptaciones del entorno o productos de apoyo y el entrenamiento en su uso.
Cabe señalar la importancia de realizar actividades que para la persona tengan un significado y un propósito ya que esto hará que el aprendizaje sea más efectivo; Profundizar en el propósito, significado y percepción de las rutinas de cada uno permiten a las personas obtener un equilibrio ocupacional.