La marcha humana es un modo de locomoción bípeda que se caracteriza por una sucesión de doble apoyo y de apoyo unipodal, es decir, que durante la marcha el apoyo no deja nunca el suelo.
Hablamos del ciclo de marcha como la secuencia de acontecimientos que tienen lugar desde el contacto de un talón con el suelo, hasta el siguiente contacto del mismo talón con el suelo. Es interesante saber que durante un ciclo de marcha completo, cada miembro inferior pasa por dos fases:
A) Fase de apoyo: en la cual el pie de referencia está en contacto con el suelo.
B) Fase de oscilación: en la que el pie de referencia está suspendido en el aire.
La fase de apoyo constituye alrededor del 60% del ciclo y la fase de oscilación representa el 40% restante.
La marcha ocasiona un gasto energético y cada persona tiende a adoptar el tipo de marcha más eficiente para su estructura particular con el menor gasto energético posible, la rotación opuesta de las cinturas escapular y pélvica durante la marcha, es un ejemplo de intercambio entre energía potencial y cinética, es decir, que permite almacenar energía potencial elástica por deformación de partes blandas para liberarla, y transformarla en cinética al invertirse el movimiento.
Esta rotación de la cintura escapular, en sentido contrario a la pélvica, produce la oscilación de los brazos, comportándose como péndulos, pero se ha comprobado que el balanceo de los miembros superiores no es únicamente un movimiento pendular pasivo, sino que depende de acciones musculares.
En la toma de contacto del talón derecho con el suelo, las articulaciones del hombro y codo derechos alcanzan su máxima extensión en el ciclo. En ese momento comienza la oscilación hacia delante alcanzando su máxima flexión al final de la fase de apoyo del pie derecho. Sea cual fuere la velocidad, no interviene ningún músculo flexor del brazo o del antebrazo ya que el balanceo anterior es pendular.
Esta oscilación de los miembros superiores, durante la marcha humana normal, se produce de forma sincrónica con respecto a los inferiores pero en sentido inverso y sus posiciones extremas corresponden a los períodos de doble apoyo.
Dicho esto, las acciones musculares del miembro superior que llevan a cabo el movimiento de balanceo durante la marcha tienen lugar en la musculatura encargada de la estabilidad de la cintura escapular:
- Trapecio superior y romboides para controlar la posición de la escápula.
- Supraespinoso que se encuentra permanentemente activo como suspensor de húmero.
- Los músculos redondo mayor, dorsal ancho y deltoides posterior que se activan antes de llegar a la máxima extensión de brazo y continúan durante el balanceo anterior, actuando en la flexión mediante una contracción excéntrica, para frenarla.
- Deltoides medio que presenta fases de actividad sincrónicas con las del deltoides posterior y realiza una ligera ABD de hombro para evitar el choque con la pelvis.
Todo este proceso activo ayuda a incrementar la estabilidad, mejorar el equilibrio y reduce el gasto energético, además, sirve como contra-balanceo de la rotación de tronco.
Ahora bien, tanto en enfermedades neurodegenerativas como en DCA, a la hora de hablar de recuperación o reeducación de la marcha siempre nos centramos en los miembros inferiores o el tronco, sin tener en cuenta la estabilidad proximal de la cintura escapular, es decir, los miembros superiores, los cuales se ha visto que sí influyen en los distintos parámetros de la marcha.
Las alteraciones en el balanceo normal y la incorrecta disociación de cintura escapular y pélvica debido a la falta de estabilidad, como ocurre en pacientes hemipléjicos, generan alteraciones significativas como disminución de la velocidad, o el incremento de la actividad muscular del miembro inferior de forma compensatoria para mantener la estabilidad (reacción asociada), por lo que la estabilidad de la marcha se ve comprometida reduciendo la fase de oscilación y aumentando la fase de apoyo bipodal en la marcha.
Esto, por consiguiente, genera una disminución de la velocidad y una menor longitud del paso debido a la reducción del tiempo para darlo.
En NEUROAL destacamos la importancia de un buen razonamiento clínico, llevando acabo evaluaciones continuas de nuestros pacientes.